domingo, noviembre 21

¿Lógica?

(Y el límite podría ser entre la literatura y la literatura pura. Apareció una mujer que dice que me "quiere leer más" (se entiende, ¿no? leer más de esta "historia"). Y también escribí que a las mujeres podría empezar a llamarlas "estímulo", en literatura: "El estímulo me llevó a hacer tal o cual cosa", "Recordar aquél estímulo lo hacía perderse en el abismo", etc. El límite está ahí; esto no es literatura pura. Ni yo sé qué es "literatura pura".) Se abre la puerta, entra Carlitos. Está comiendo papas fritas envasadas. Me convida mientras se chupa los dedos brillantes. Este tipo está de vuelta, pienso. ¿Cómo hace para estar tan tranquilo? Se saca la mochila y de adentro sale un gatito, de meses, al que yo conocí cuando lo visité a Carlitos antes de esta operación de mierda que me dejó la cara rota y un miedo de morir, algo así como las bombitas de adrenalina cuando no podía ser yo. Ahora estoy estimulado, eso es evidente. Más o menos frecuente invento a conciencia y creo que voy bien.

miércoles, noviembre 10

La lógica

Empiezo a dudar de los límites. Por primera vez doy un salto: di un salto. Ahora escribo: llegamos con Carlitos al aguantadero. Como estaba pactado, sobre la mesa hay un bolso: la plata.
-¿Dividimos ahora?
Es pasado el mediodía. Carlitos va a la cocina y trae agua.
-¿Salió mal, eh?
Lo dice tranquilo, Carlitos. Es un tipo tranquilo, tirado en un colchón en lo que sería el living del departamentito mientra toma agua.
-Mirá -me dice- no pasa nada con lo que pasó con el Rengo, lo importante es que ya te curtiste, hiciste tu primer trabajo, acá está la plata y seguramente nos volveremos a ver. Yo ya vengo.
Y salió del departamento. Quede así. Lo primero que hice fue tomar agua. Inspeccioné el bolso y me tiré a esperar a Carlitos.

Qué lógica

Indicios de una amenaza de bomba adrenalínica. Rectitud, altura para enfrentar la situación, entonces está todo bien, sigo escribiendo, la libretita, más allá el Rengo, ¡el Rengo!, sale medio como puede a través de la persiana metálica, hace un paneo, parece que se detiene en nosotros, es fiero el Rengo, la digo a Carlitos ¡arrancá!, sale de su sopor y estrangula la llave, ahoga el motor, el Rengo decididamente nos está mirando, se va a acercar tarde o temprano, Carlitos es un estorbo para nuestra huida, el Rengo se nos encima, se saca la pata de palo y la estrella en el parabrisas, todo mi cara explota lagrimitas de sangre, pienso en cuando acepté este trabajo y la puta que lo parió, y bueno, volvía de la puta cárcel, soy un pelotudo, Carlitos desenfunda y le revienta la cabeza dos veces; consecuencia: los pocos giles que están en la cortada se avivan, cagamos Carlitos; con el Rengo sobre el capot, el bobito de Carlitos consigue arrancar esta chatarra y lo lleva al finado arrastrando unos cuantos metros. Qué imbecilidad. Chau, esta vez sí estoy perdido.

lunes, noviembre 8

La lógica

¡Qué bueno! ¡Está sucediendo! Sin desesperación. Sin prisa ni desviaciones, apuntalando lo que llega a mi cabeza (ella me estimula). Te digo que yo elijo qué va y qué no. Todo puede ir, son infinitas las posibilidades (me parece cursi la palabra "infinito", pero ¿de qué otra manera llamarlo?) Sin dolor puedo escribir las verdades, como por ejemplo, que ella me estimula: y quiero decir: ella me estimula hoy, días después de la primera visita de este año, a escribir, que es algo latente en mí y además a ella le gusta; pero en esta historia ¡tengo que inventar! Basta de cháchara. Volvamos ya al auto, con Carlitos, la calle, la mierda y la puta que lo parió. Está todo bien. Escribo un par de boludeces, datos medio al pedo sobre esta calle, a las siete de la mañana. Hoy se ve más movimiento que otros días por la Avenida perpendicular a la cortada. No importa. En promedio, dos o tres transeúntes hay permanentemente en la cortada. Pocas veces alguien se quedó parado en alguna puerta, mirando el reloj o esperando a alguien en una puerta. Gatos hay varios. Ya son nuestros amigos, míos y de Carlitos. Sé que Carlitos tiene un gato. Uf, ¿tiene un costado amoroso este personaje que tengo al lado? ¿Ves? Esto es lo que te digo: todavía lo tengo que inventar.

La lógica de ese milagro

Todo el día tratando de inventarla. Sí, tratando, porque inventarla no podía. (Ella me sigue estimulando para que escriba esto; a lo mejor ahí es donde la invención trasciende. Aunque más que inventarla quería acercarme, sentirme tocado. ¿Por qué me atraen los ideales, como ella? Porque soy religioso y místico, ya lo dije. Pero no creo en los milagros. Yo ya sé el final de la historia. Me gusta mentir, (y a lo mejor mentí con eso de que se el final de la historia) pero tengo que seguir inventando.)

domingo, noviembre 7

La lógica de un milagro

Mientras tanto seguían ahí los recuerdos clavados de "el amor es sufrimiento". Siempre complicándonos, complicándonos. Nos veíamos, con suerte, dos o tres veces por año. ¿Qué tipo de raro vínculo puede formarse así sin algo de idiotez? Bueno, este año nos vimos una sola vez. Yo, enfermo de sexo; ella: fresca, como siempre. Ella llegaba, yo la esperaba para cenar. (Ella me estimula para que escriba esto. ¿Habré tenido razón cuando "el milagro llegó"? Tengo miedo. Pero veamos.)

sábado, noviembre 6

La lógica del milagro

Y el milagro llegó...algo débil pero. Ahora no hay bombas. Hay un tufo bárbaro adentro de este auto, con Carlitos al lado; un Carlitos que todavía tengo que inventar. Pero no por eso me da menos inquietud. Pero lo de ahora es el atraco. Bah, la operación, digamos...matar al Rengo.
La mirada oblicua, la luz de la mañana. Estamos estudiando los movimientos de la cuadra a la hora en que pensamos matar al Rengo. Tipo siete de la mañana. Es una cortada llena de basura y olor a mierda y algún que otro tipo durmiendo en un zaguán. El Rengo sale religiosamente a la vereda a la hora señalada. Es fácil. Esperar que salga, y bum.