martes, julio 21

"El dinero habla" 12ª parte

Se detuvo frente a la puerta de calle de la casa de quien lo había contratado. Era de madera y estaba abierta de par en par. Permitía avanzar hacia un zaguán que daba a otra puerta. Dudó en tocar el timbre. Se preguntó por qué no le irían a abrir en ese mismo momento si era a él a quien esperaban. Pero supuso (y así era en la realidad) que los otros no sabrían el instante exacto de su llegada. Finalmente se dignó a pulsar el botón, no sin experimentar algo así como que su persona perdía importancia. Atravesó el zaguán y se detuvo frente a la otra puerta. Acercando la cara ante el vidrio de ésta, y haciendo algún esfuerzo, porque del otro lado había una cortina, podía verse el interior. En el instante en que un hombre flanqueaba otra puerta interior y se dirigía hacia ésta para abrirle, Roby se despegó rápidamente del vidrio y giró mirando hacia la calle, para no dar la impresión de que estaba espiando a través de la puerta. Cuando la puerta se abrió, volvió a girar y tanteó sus bolsillos en busca del paquete de cigarrillos. En el umbral lo esperaba uno de esos “roperos” que tienen las personas importantes como guardaespaldas, sin la más mínima expresión en el rostro. Roby se acercó hasta él y el otro le dijo “Señor... adelante, por favor” e hizo un ademán para que ingrese. Cuando pasó cerca de él, Roby lo miró de arriba abajo, tratando de ocultar un sentimiento de inseguridad que bajo ningún punto de vista quería sacar a relucir.

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