miércoles, mayo 6

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Retomo aquello que enuncié anteriormente donde digo que a veces "no se piensa". Es evidente que esto sucede permanentemente en nuestras vidas. Nadie piensa, al caminar, "ahora avanzaré la pierna derecha, ahora la izquierda".
Muchos de nosotros estamos mucho tiempo frente a una computadora varias horas al día haciendo lo que sea. Tenemos bajo nuestra mano derecha un aparatito (¿pensaron en ello?) que movemos todo el tiempo y sobre el que apretamos un botoncito, mientras la pantalla nos hipnotiza. Ahora bien, si el ojo no es, en sí, un órgano propiamente dicho sino que es una especie de extensión del cerebro, es decir, un pedazo de cerebro que se asoma por el cráneo para sentir la luz, lo mismo digo del dedo índice. El dedo índice, para mí, es casi como un ojo. (Entre otras cosas, creo esto luego de haber escuchado una anécdota en la cual una mujer le da de comer a un caballo que arrastraba un carro y el caballo le arranca la primer falange del dedo índice. Me sorprendió ver a la mujer de buen ánimo luego del episodio siendo que había perdido ¡la punta del dedo índice! Piensen en ello). La atención que hay que prestarle al dedo índice no es menor, es una gran parte de nosotros, de nuestro cerebro, de nuestra personalidad, interviene plenamente en la comunicación. No es casual que la redacción haya optado por publicar la encuesta.
La propuesta es prestar atención a la actitud del dedo índice sobre el mouse. Y no solo eso, sino ser concientes de cómo se va durmiendo esa porción del cuerpo, y por ende el cerebro, la persona. Sé de quienes cambiaron al dedo mayor y se hicieron adictos. Todavía no se sabe qué se duerme a la par del dedo mayor. Algunos usan los dos al mismo tiempo.
Me apesadumbra saber que dentro del infinito espectro de sensaciones que abundan en el límite entre nuetros cuerpo y el cosmos, la casi única sensación que estamos experimentando es la de un botoncito que hace click, click...click.

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